lunes, 1 de abril de 2013

Tarea 3ª


Piel de Asno.

Érase una vez un Monarca o príncipe soberano de un reino; Pieza principal del juego de ajedrez, la cual camina en todas direcciones, pero solo de una casa a otra contigua, excepto en el enroque. tan famoso, tan amado por su Ciudad o villa; Población de menor categoría., tan respetado por todos sus vecinos, que de él podía decirse que era el más feliz de los monarcas. Su dicha se confirmaba aún más por la elección que hiciera de una princesa tan bella como virtuosa; y estos felices esposos vivían en la más perfecta unión. De su casto himeneo había nacido una  Persona o animal respecto de su padre o de su madre. dotada de encantos y virtudes tales que no se lamentaban de tan corta descendencia.
La magnificencia, el buen gusto y la abundancia reinaban en su palacio. Los ministros eran hábiles y prudentes; los cortesanos virtuosos y leales, los servidores fieles y laboriosos. Sus caballerizas eran grandes y llenas de los más hermosos caballos del mundo, ricamente enjaezados. Pero lo que asombraba a los visitantes que acudían a admirar estas hermosas cuadras, era que en el sitio más destacado un señor asno exhibía sus grandes y largas Órgano externo de la audición.. Y no era por capricho sino con razón que el rey le había reservado un lugar especial y destacado. Las virtudes de este extraño animal merecían semejante distinción, pues la naturaleza lo había formado de modo tan extraordinario que su pesebre, en vez de suciedades, se cubría cada mañana con hermosos escudos y luises de todos tamaños, que eran recogidos a su despertar.
Pues bien, como las vicisitudes de la vida alcanzan tanto a los reyes como a los súbditos, y como siempre los bienes están mezclados con algunos males, el Esfera aparente azul y diáfana que rodea la Tierra. permitió que la reina fuese aquejada repentinamente de una penosa enfermedad para la cual, pese a la ciencia y a la habilidad de los médicos, no se pudo encontrar remedio.
La desolación fue general. El rey, sensible y enamorado a pesar del famoso proverbio que dice que el matrimonio es la tumba del amor, sufría sin alivio, hacía encendidos votos a todos los templos de su reino, ofrecía su vida a cambio de la de su esposa tan querida; pero dioses y hadas eran invocados en vano.
La reina, sintiendo que se acercaba su última hora, dijo a su esposo que estaba deshecho en llanto:
-Permíteme, antes de morir, que te exija una cosa, si quisieras volver a casarte...
A estas palabras el rey, con quejas lastimosas, tomó las Parte del cuerpo humano unida a la extremidad del antebrazo y que comprende desde la muñeca inclusive hasta la punta de los dedos. de su mujer, las bañó de Cada una de las gotas que segrega la glándula lagrimal. , y asegurándole que estaba de más hablarle de un segundo matrimonio:
-No, no -dijo por fin- mi amada reina, háblame más bien de seguirte.